Pedro Mir, poeta, escritor y ensayista, considerado uno de los más destacados autores de la literatura contemporánea dominicana. Nació el 3 de junio de 1913 en San Pedro de Macorís, República Dominicana. Es autor del poema, reconocido internacionalmente, Hay un país en el mundo escrito en el exilio durante la dictadura de Trujillo. En 1982, la Cámara de Diputados de la República Dominicana declara a Pedro Mir, Poeta Nacional del país. Fallece el 11 de julio del año 2000. Hoy en día sus restos descansan en el Parque Cementerio Puerta del Cielo en Santo Domingo.

Biografía

Pedro Mir nació el 3 de junio de 1913 en el Ingenio Cristóbal Colón, cerca de San Pedro de Macorís, República Dominicana. Fue su padre Pedro Celestino Mir Burgal, originario de Guantánamo, Cuba, perteneciente a una familia con una larga tradición de conocimientos en mecánica y fundición de metales. Armado con estos conocimientos, su padre emigra a la República Dominicana a principios del siglo XX y llega a ser Jefe de Ingenieros del Ingenio Cristóbal Colón. Contrae matrimonio con Jacoba Vicenta Valentín Mendoza (generalmente conocida como Vicenta), originaria de Humacao, Puerto Rico, y de esta unión sobreviven a la adultez Pedro, familiarmente llamado por todos sus nombres (Pedro Julio) y su hermana menor Lilia Marina.

En 1917, Vicenta muere de parto, un evento que imprimiría en el futuro poeta un profundo sentimiento de pérdida que él mismo habría de describir después como la raíz de su vocación poética.

A principios de la década de 1930, bajo la férrea dictadura de Rafael Leonidas Trujillo Molina (la “Era de Trujillo”, 1930-1961) Mir empieza a escribir y publicar poemas líricos en periódicos dominicanos, firmando con su nombre familiar, Pedro Julio Mir. Uno de sus amigos, notando la calidad de sus poemas, decide llevar algunos de esos primeros poemas al prominente escritor Juan Bosch (1909-2001, hoy día considerado como uno de los cuentistas más importantes de Latinoamérica), quien tenía una columna en el periódico más importante del país en la época, el Listín Diario. Bosch pudo notar la fibra poética natural del joven autor, pero declinó ir más lejos, al observar que el poeta, aunque tenía talento, “debía dirigir sus ojos hacia su patria”. Informado de esa respuesta, Mir decide escribir sus primeros poemas sociales y esta vez enviarlos directamente a Bosch, quien no responde de inmediato, pero no mucho después los publica el 19 de diciembre de 1937 en su columna del Listín, suprimiendo el nombre familiar de Julio y expresando lo que luego se convertiría en una profecía:

“Aquí está Pedro Mir. Empieza ahora, y ya se nota la métrica honda y atormentada en su verso. A mí, con toda sinceridad, me ha sorprendido. He pensado: ¿Será este muchacho el esperado poeta social dominicano?”

En esos primeros poemas, Mir introduce un tema que luego aparecería en muchos de sus poemas posteriores: el sufrimiento de las clases oprimidas, inspirado en su experiencia de vivir en el ingenio, así como la musicalidad y el ritmo de sus poemas. Su talento para la música (tocaba piano de oído y recibió alguna instrucción musical de su hermana Lilia Marina, quien estudió piano formalmente) fueron factores contribuyentes, que son tempranamente evidentes en uno de los primeros poemas, A la carta que no ha de venir (1937):

“Tráeme el sabor ardiente de la tierra
que se vierte en guarapo.
¡Sangre de espalda en tormento!
Tráeme el sudor valiente de la loma
que al pasar al trapiche,
después de torturarse pasa al dólar
o pasa a las metáforas del cuento”

No mucho después, el 31 de mayo de 1938, el gran poeta dominicano Fabio Fiallo (1866-1942) expresa su admiración por el joven poeta:

“Yo me hecho hacia atrás para dejarle paso franco a ese Pedro Mir que llega con su atrevido pendón de novedades en la mano y va hacia arriba con impulso irresistible de triunfador”

Mir contrae matrimonio en 1939 con Estela Ramírez de Arellano, con quien procrea dos hijos. Se gradúa de Doctor en Derecho de la Universidad Santo Tomás de Aquino (hoy Universidad Autónoma de Santo Domingo) en 1941 y pronto forma parte de un bufete de abogados en la capital dominicana, litigando pleitos civiles y penales y atendiendo asuntos del Tribunal de Tierras. También se inicia como profesor en la Escuela Superior de Peritos Contadores.

Durante la década del 1940 Mir se mantiene escribiendo y al mismo tiempo estudiando. Sin embargo, el tono de su poesía gradualmente lo lleva a ser considerado un “desafecto” al régimen de Trujillo. Para 1943, la Antología Poética Dominicana de Pedro René Contin Aybar, escrita bajo la estricta censura de la época, critica el giro hacia lo social del poeta:

“Por un momento pareció que la lírica nacional, toda, brotaría de su canto. La novedad de sus imágenes, la frescura de su verso, sus inquietudes, movían a la más franca admiración y predispusieron al encantamiento. Un brusco viraje, sin embargo, sumió su poesía en los problemas sociales[...]qué podía saber él, tan enamorado de lo bello efímero, de aquellas oscuras cosas eternas?”

En 1947 Mir huye del país, radicándose en Cuba, en el entendido errado de que el régimen de Trujillo tenía los días contados. En Cuba existía una extensa comunidad de exiliados dominicanos que incluía entre otros a Juan Bosch, quien se había radicado en la isla en 1939. Ese mismo año, junto a Bosch y otros prominentes intelectuales dominicanos se enrola en la expedición de Cayo Confites, con el objetivo de derrocar el régimen de Trujillo. Sin embargo, la expedición no llega a salir de Cuba y muchos de sus miembros son arrestados. Mir hábilmente evita el arresto creando una confusión con su nombre, permaneciendo en Cuba sin perspectivas de regresar a su país, lo que resulta en la disolución de su primer matrimonio.

El 5 de mayo de 1949 publica en Cuba su obra más conocida, Hay un país en el mundo (poema gris en varias ocasiones. Ese mismo año, el destacado intelectual y poeta cubano Angel Augier (1910-2010) publica el artículo Un nuevo poeta en el mundo en el cual expresa que:

“Toda su tierra está ahí, en esos versos de Pedro Mir, con sus dolores cotidianos y permanentes, con su tragedia profunda, pero sin perder en un solo momento el decoro artístico, el fervor lírico, que el verdadero poeta del pueblo --por poeta y por mantenerse fiel a su origen--tiene que tener la misma maestría y el mismo ímpetu creador para cantar a a rosa y al amor, o la sangre y la lucha por la colectividad de que forma parte”

Es en Hay un país en el mundo donde Mir empieza a alcanzar la plenitud de sus facultades poéticas y creativas, combinando el uso de las palabras por sus valores musicales con los valores conceptuales de las mismas de forma magistral, lo que ha permitido a través de los años múltiples representaciones actuadas del poema:

“Miro un brusco tropel de raíles
son del ingenio
sus soportes de verde aborigen
son del ingenio
y las mansas montañas de origen
son del ingenio
y la caña y la yerba y el mimbre
son del ingenio
y los muelles y el agua y el liquen
son del ingenio
y el camino y sus dos cicatrices
son del ingenio
y los pueblos pequeños y vírgenes
son del ingenio”

Aunque Hay un país en el mundo es el poema más conocido de Pedro Mir, es con el Contracanto a Walt Whitman (canto a nosotros mismos) escrito en Cuba y publicado en Guatemala en 1952, con el que el poeta alcanza su plenitud artística y es considerada su obra maestra. Ha sido objeto de numerosos estudios en los Estados Unidos y en otros países. Se trata de una respuesta al poético “yo” del Canto a mí mismo de Walt Whitman con un “canto a nosotros” expuesto a través de una narración de la historia social de los Estados Unidos, con énfasis en cómo el enfoque hacia la riqueza y el materialismo ha ido en detrimento de los ideales de ese país:

“Tú
que en medio de la noche dijiste
Yo, Walt Whitman, un cosmos,
un hijo de Manhattan
y un pueblo entero se descubrió en tu lengua
y se lanzó de lleno a construir su casa,
hoy,
que ha perdido su casa,
hoy,
que tiene un puñado de golosos sonrientes y
engreídos,
hoy,
que ha cambiado el fuego infinito que se
enciende y que se apaga
hoy…
hoy no te reconoce
desgarrado Walt Whitman,
porque tu signo está guardado en las cajas de los Bancos”

Después de un tiempo en Guatemala, Mir inicia un ciclo de viajes que lo lleva por varios países de Europa participando en congresos y conferencias, regresando intermitentemente a Cuba. A lo largo de la década del 1950, entre viajes, trabaja en la Cadena Oriental de Radio como Auxiliar de Contabilidad. A mediados de la década, contrae matrimonio con Lidia Poutou Gaulhiac. La unión no tiene hijos y se separan alrededor de 1958. Después de la Revolución Cubana, en 1959, trabaja en la recién fundada Editora Nacional.

Ya más establecido en Cuba, Mir trabaja en La Habana como redactor en Prensa Latina en 1960. Ese mismo año contrae matrimonio con Carmen Mesejo García, con quien procrea dos hijas y un hijo. Este último matrimonio habría de perdurar hasta su muerte.

En 1961 lo sorprende el ajusticiamiento del dictador Trujillo y el regreso de la democracia a la República Dominicana se convierte en una posibilidad, la cual se torna concreta con la elección de Juan Bosch como Presidente de la República en 1963, por lo que decide volver a su país con su familia después de un exilio de 16 años. Vuelve a la República Dominicana en abril de ese año y comienza a ejercer la profesión de abogado con otros colegas en Santo Domingo, pero cinco meses después de regresar, el derrocamiento de Bosch y la subsiguiente lucha por reponer su gobierno (que desembocaría en guerra civil y en la intervención militar de los Estados Unidos en 1965) lo coloca una vez más entre las filas de la resistencia y abandona, esta vez definitivamente, la profesión de abogado.

A raíz del desenlace de los eventos del 1965, Mir enferma de tuberculosis y se ve obligado a viajar a la Unión Soviética a internarse por meses en un sanatorio antituberculoso. Recuperada la salud, regresa a Cuba, donde permanecería hasta 1968, cuando regresa permanentemente a la República Dominicana. En 1969 reaparecen y son editados por primera vez los originales de su obra Tres leyendas de colores, ensayo de interpretación de las tres primeras revoluciones del Nuevo Mundo, después de más de 20 años de haber sido escritos.

De regreso y establecido con su familia en la República Dominicana, Mir trabaja como profesor de Introducción a la Filosofía en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y en 1970 gana los exámenes de oposición para la cátedra de Estética en la misma institución. Al mismo tiempo vuelve a escribir. Sin embargo, gradualmente se aleja de la poesía y se adentra más y más en la investigación histórica y literaria. Durante la década del 1970 acepta charlas y reconocimientos en todas partes de la República Dominicana sin exigir honorarios, por lo que recorre el país incesantemente y su popularidad crece enormemente a lo largo de la nación. En 1972 se publica en México Viaje a la muchedumbre, una antología de su poesía.

En 1974 recibe el Premio Nacional de Historia de la Secretaría de Educación de la República Dominicana por su obra Las raíces dominicanas de la Doctrina Monroe. En 1975 también recibe de la Secretaría de Educación el Premio Nacional de Poesía por su poema El huracán Neruda, que sería su última obra poética. Publica en 1978 en México su novela Cuando amaban las tierras comuneras, que fue bien recibida nacional e internacionalmente.

La Cámara de Diputados de la República Dominicana declara a Mir Poeta Nacional, título propuesto por los tres partidos mayoritarios del país, en 1982. El mismo año recibe el título de Profesor Meritísimo otorgado por la Universidad Autónoma de Santo Domingo. En 1983 recibe el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Central del Este. Ya retirado de la cátedra universitaria, continúa escribiendo, mayormente investigación histórica, y recibe numerosos visitantes y admiradores en su casa.

Durante la década de 1990 Mir recibe numerosos reconocimientos por su obra, pero al mismo tiempo su salud empieza a declinar notablemente debido a dolencias pulmonares. En 1990 es designado Escritor Residente de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Viaja a la ciudad de New York el 5 de junio de 1991 a recibir un Doctorado Honoris Causa en Letras Humanísticas otorgado por el Hunter College de la Universidad de la Ciudad de New York y recibe un Diploma de Mención Senatorial de parte del Estado de Rhode Island en octubre del mismo año. El año siguiente, el Ayuntamiento de la Ciudad de New York declara el día 29 de febrero de 1992 como Día de Pedro Mir, lo cual sucedería también en Manhattan el 30 de septiembre de 1993. Ese mismo año se le otorga el Premio Nacional de Literatura de la República Dominicana por su prestigiosa carrera literaria. En 1996, recibe el Doctorado Honoris Causa en Humanidades de la Universidad Dominicana O & M y una distinción del Gobierno de Chile consistente en un diploma y una medalla conmemorativa de los 50 años del otorgamiento del Premio Nobel a Gabriela Mistral.

Pedro Mir fallece de problemas pulmonares el 11 de julio del año 2000. El 6 de septiembre del 2023 el Gobierno Dominicano le otorga la Condecoración Póstuma de la Orden Heráldica de Cristóbal Colón en el Grado de Gran Oficial, por sus aportes literarios a la República Dominicana.